En este blog, me gustaría, que las personas que en su interior sientan deseos de expresar lo que deseen sobre lo que hacemos a la Naturaleza, al medio donde vivimos, ya sea bueno o malo y lo quiera compartir. Le invito a que lo haga aquí.
Esta ruta me vino a la mente construirla mientras realizaba hace
unas semanas el
Sendero PR-M 12
desde
Soto del Real a Alameda del Valle por el Puerto de la Morcuera. Iba
con los caballeros de Nucaban y me decía como sería recorrer este
Arroyo de Santa Ana desde su nacimiento hasta su desembocadura en
el río Lozoya, pues dicho y hecho.
Salí temprano desde el pueblo de Alameda del Valle, en el
Valle Alto del Lozoya preveyendo que la ruta me llevaría tiempo. Cruzo
el Río Lozoya por un puente mirando al fondo a la imponente
Peñalara, la montaña más elevada de la Sierra de Guadarrama.
Una vez cruzas al otro lado se abren ante ti grandes praderas.
Encontramos un cruce que se dirige hacia la Ermita de Santa Ana, por este
es por el que volveremos, nosotros seguimos de frente.
Comenzamos a ir ganando altura entre prados y robles, hasta que se hacen ya
presentes los robles con toda su belleza. En un bonito sendero que nos va a
ir haciendo ganar altura progresivamente, aún lo recuerdo cuando lo subí en
dirección a
El Espartal.
Vas teniendo bonitas vistas desde pequeños miradores naturales.
Es bonito de vez en cuando mientras caminas echar la vista atrás a ver
que nos vamos dejando. Se ve el azul del
Embalse de la Pinilla
que rodeé con Nucaban y el pueblo de Lozoya que quiere trepar en las
montañas. Continuamos y nos encontramos delante de nosotros esta bonita
postal.
Llegamos a la Majada del Cojo, se trata de una construcción cerrada,
osea que no se puede utilizar en caso de emergencia climática.
Es una lástima que con tantas personas que nos gustan el disfrutar
recorriendo la naturaleza, no haya infraestructuras de albergues como en
otros países.
Seguimos subiendo por la pista principal hasta que nos desviamos a la
izquierda por otra pista que nos va a conducir a la
Cuerda del Hontanar. Una vez en ella giramos a la derecha para
subir hasta Peñas Viborizas. Desde este lugar tienes unas vistas
preciosas del Valle Alto del Lozoya, puedes divisar los pueblos de
Rascafría, Oteruelo y Alameda del Valle. Ves toda la cuerda de los Montes
Carpetanos y parte de la Cuerda Larga y a la otra vertiente tienes la zona
de La Perdiguera, Somosierra, La Peña de la Cabra y muchos más
picos.
Una vez que hemos repuesto energías que nos van a hacer falta
para lo que nos queda, pasamos una portilla y descendemos para llegar a la
altura de la zona llamada El Boquerón donde vemos un cruce de
caminos. Tomamos en dirección al Puerto de la Morcuera.
Cruzamos un tramo de pinar hasta que llegamos a un pequeño
puente que nos anuncia el inicio del Arroyo de Santa Ana.
Aquí comienza la aventura, ya que vamos a bajar junto al arroyo de Santa
Ana, sin sendas, vadearemos el arroyo en numerosas ocasiones, tendremos
campo través, selvas que atravesar, descensos difíciles. Por todo esto el
bajar es para personas que no les asuste no encontrar camino, no les
importe retroceder, perderse o engancharse en las zarzas.
El Tramo Inicial me sorprendió gratamente ya que se notaba que
hace ya tiempo junto al arroyo se plantaron numerosos árboles y por ello
el camino es más asequible. Se nota que caminamos en la parte de la umbría
el frío hace que la nieve y el hielo aguanten más tiempo.
En nuestro camino veremos pequeños rincones con lagunas,
cascadas.
El arroyo va formando meandros y tengo que ir buscando resquicios de
veredas del paso del ganado que me ayuden a sortear el descenso. No me
canso de ir vadeando el arroyo en busca del mejor camino para
transitar.
En uno de los meandros me encuentro con un Antiguo Chozo y
junto a él un pequeño corral para guardar el ganado.
Curiosamente en la orilla me encuentro con un curioso árbol, recuerdo que
en mi ruta por el
sendero PR-M 12
mi amigo Frank me echo una regañina por no conocer los famosos 17
hermanitos. Pues yo encontré los 15 Hermanitos. El árbol no tiene
tan diferenciados los troncos como aquel, porque muchos de ellos se
entrelazan.
Dejamos atrás el chozo, vemos un puente que cruzamos. Ahora vamos
a descender por la margen izquierda del Arroyo de Santa Ana.
Nos acercamos al Tramo Intermedio, a partir de ahora las veredas
desaparecen y tienes que ir buscando el trazado más accesible. Tendremos
miradores naturales al encañonado Arroyo de Santa Ana, que se funde en la
profundidad.
Se escucha el rumor del agua precipitarse en hermosas cascadas a las
cuales no puedo acceder a no ser que baje. Desde los miradores dan cierta
cosilla asomarse, por lo menos a mi.
Prosigo entre hierbas altas intentando llegar al llamado Roquedo.
Una vez allí ves abrirte ante ti el Valle del Lozoya al fondo, el cañón
del Arroyo de Santa Ana y todo lo que tienes por delante hasta llegar a
Alameda del Valle.
Este roquedo se encuentra a mucha altura y cuando llego hasta él, me
digo por donde voy a bajar, pues al lado del río las paredes son
verticales y muy altas. Me fijo que hay una brecha en medio me asomo y veo
que hay posibilidades de descenso por ella. Así que me armo de valor,
bastones delante para frenar la bajada, colocando bien los pies para
evitar posibles resbalones. Las zarzas tampoco ayudan mucho intento
evitarlas para llegar a una pequeña morrena de piedras. Por ellas es más
fácil bajar y adelantar camino. Sigo un poco más a media altura, hasta que
me decido que hay que bajar al arroyo, no veo nada, pero me arriesgo
porque ir a media altura sería una lucha titánica con la naturaleza.
Comienzo el descenso hacia el arroyo, la verdad que no sabía lo que
me depararía una vez que llegase. Echaba la vista atrás y miraba el
roquedo que había dejado ya atrás.
Al fin me encuentro de nuevo con las aguas del arroyo de Santa Ana.
La verdad que fue un respiro, la zona era muy bonita, las hojas de los
arboles caían al agua el musco crecía por doquier.
Vamos a entrar en el Tramo Final, aún tendrás que vadear el
arroyo alguna vez más. Pero se puede caminar mejor hasta que llegar a una
portilla que cruzar y vas a enlazar a unas medio sendas. Yo intento ir
todo lo que puedo al arroyo ya que me gusta disfrutar de su compañía.
Comienzo a caminar sobre praderas donde los caballos y vacas pastan a sus
anchas.
Ya veo al fondo la Ermita de Santa Ana, me paro en unas mesas que
hay junto a ella para comer. Ya llevo mucho tiempo sin comer y necesito
reponer fuerzas, descansar y disfrutar de este bello rincón.
Después de descansar, retomo mi camino ya por un buen camino entre
robles y amplias praderas. Al fondo ya se ve el pueblo esperándome.
Me despido del Arroyo de Santa Ana en el punto donde vierte sus
aguas al Río Lozoya, me ha encantado descubrirte y vivirte, gracias.
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